Cuantiosas cargas de cocaína elaborada en laboratorios clandestinos colombianos son camufladas y mezcladas con exportaciones de América Latina y el Caribe a Europa de mango, banano, piña, melón, coco, pulpa de fruta, puré de banano, jugo de piña o plantas ornamentales, en una contaminación que se perpetra en escalas de los barcos en puertos de Colombia, Costa Rica, Panamá o Ecuador en ruta a los mercados europeos.
Los narcotraficantes abrieron unas piñas de una exportación por mar de Costa Rica a España, las vaciaron de su contenido natural y las rellenaron con cilindros cargados de cocaína y recubiertos con cera o parafina para aislar el olor del estupefaciente e impedir que fuera detectada por perros adiestrados. La mercancía, de 67 kilos de cocaína, pasó el control de Costa Rica en el muelle de Moín de Limón, principal puerto costarricense sobre el mar Caribe, pero fue descubierta al llegar a España. Los hechos, de agosto de 2018, permitieron desarticular una red de contrabando de drogas en Barcelona y Madrid.
El proceso de contaminación de los contenedores se registra dentro o fuera de los muelles e involucra a cadenas del crimen organizado que se infiltran y corrompen a empleados públicos y privados.
Agentes antidrogas costarricenses decomisaron 350 kilos de cocaína que fueron escondidos en una exportación en julio de 2021 de plantas ornamentales de Costa Rica desde Limón a Países Bajos.
Policías de Bélgica localizaron 999 kilos de cocaína en el puerto de Amberes en mayo de 2021 en una exportación costarricense de jugo de piña. Los criminales tampoco descartan otros productos: 460 bultos de cocaína mezclados en exportaciones de hule y de piezas de metal de Costa Rica a Bélgica fueron incautados en Limón.